De las 49 ediciones y traducciones de Conversación en la Catedral, solo una escapa por completo al diseño que Seix Barral hizo para la primera edición del libro. Me refiero a la editorial alemana Claassen, que en 1976 publicó la novela de Vargas Llosa bajo la traducción de Wolfgang A. Luchting, y cuyo título Die andere Seite des Lebens sería algo así como El otro lado de la vida. Aquí no vemos vasos ni botellas ni dos hombres conversando sino más bien a un perro en la penumbra: Batuque. Y qué mayor tino para elegir no el eje central de la historia -la conversación entre Zavalita y Ambrosio- sino la causa de aquel encuentro y por supuesto de la novela, ese otro lado de la vida, esos seres alternos que a veces, sin pensarlo, nos conducen a los recovecos de nuestra propia existencia. Recordemos que en ese célebre primer capítulo Zavalita va a la perrería en busca de Batuque, quien fue arrancado por unos recogedores de las manos de Ana, su esposa, mientras esta caminaba por la calle. Es por ese motivo que se encuentra después de mucho tiempo con Ambrosio, quien labora en la perrería, y ambos deciden ir al bar La Catedral para conversar. De más está decir lo apasionante y desgarrador que fue leer ese primer capítulo, una novela que, junto a Los ríos profundos de Arguedas y Un mundo para Julius de Bryce Echenique, conforman para mí las tres obras pilares de la narrativa peruana.
QUARK
El otro de la vida
8/24/2005 | Publicadas por neverlandiano a la/s 1:23 p. m.
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