Kitchen

Esperanza -la más notable exponente del Art Pad- nos he enviado un link en el que se publican las diferentes versiones de las carátulas del best seller Kitchen, de Banana Yoshimoto. He escogido la que -según yo- es la mejor y la peor. Además, la más creativa (hubo un empate) y un breve comentario sobre algunas otras.

1. La mejor

La portada de la edición francesa de Gallimard me parece extraodinaria. En primer lugar, representa a Mikage, la protagonista de la novela (repetida en casi todas las carátulas), con los brazos hacia atrás, en gesto al mismo tiempo conmovedor, infantil, tierno y tímido (solventado, además, porque aparece solo medio cuerpo en la portada). El enterizo y los colores pastel tambén indican la simpleza y la juventud inocente de Mikage, una chica que se refugia en la cocina para no pensar en la muerte de su abuela. El hallazgo principal, creo, es la repetición de ella en distintos tonos de color -representando sus facetas-, que indica muy bien, sin aspavientos ni efectismos, que leeremos una historia de introspección, donde la interioridad de esa muchacha es lo más importante (la versión de bolsillo, con la cocina detrás, me parece menos lograda).

2. La peor

La versión Rumana de la editorial Humanitas es deprimente. ¿Qué tiene que ver un cuadro de Matisse con la historia de una adolescente japonesa? Y peor aún, precisamente ese cuadro: una mujer sumisa, antigua, vestida de negro, de pelo rubio, pintando en medio de un salón con decoración barroca y ostentosa (que no refleja la simpleza de la novela ni la edad de Mikage). Hay editores que cuando tienen que editar una novela lo único que hacen es abrir los manuales Grandes Maestros de Pintura que tienen sobre sus mesas de centro (y peor aún: casi siempre, el único libro que tienen es Maestros del Impresionismo y Matisse paga pato). Patético.


3. La más creativa

Esta carátula de la edición holandesa es estupenda. A diferencia de la rumana, aquí se nota que detrás hay un artista que ha tratado de crear un concepto. Esos caramelos en forma de chica japonesa en kimono es una gran idea. De alguna manera, muestra el encierro de Mikage, su miedo a una vida donde todo es una producción en serie, sin individuos y los problemas en que está envuelta; pero también -al ser caramelos- representa su juventud y su manera simple, dulce, nada aparatosa, de resolver sus conflictos. Muy bien por Uitgeverij Contact, la editorial holandesa, que se ha enterado de qué se trata esto de publicar libros.



Y esta es otra carátula que me pareció original. Es de la editorial israelí Keter. Otro que sabe lo que es hacer un concepto. Como el libro es de una chica japonesa, hay que poner un motivo japonés (algunos se quedaron en esa idea nomás, flojonazos). Como trata de comida, que ese motivo sea algo que ver con eso. ¿Y qué es más famoso que el sushi? ¡los palitos para comer sushi! Es al mismo tiempo exótico y conceptual (útil para el marketing). Muy bien pensado, aunque falta el último detalle, el genial: ya que la autora además de cocinar, escribe: ¡que esos palitos sean dos lápices! Ingeniosos, sin duda (estoy seguro que quien hizo esta carátula trabaja para una agencia de publicidad, aunque no leyó el libro). Una de las pocas carátulas, además, que no colocan a Mikage como motivo.

4. Lo patético

Qué patéticas son esas carátulas efectistas y simplonas que, como Mikage tiene miedo a la muerte y está en medio de un conflicto personal, no tuvieron mejor idea que colocar una imagen dramática de una chica en estado de crisis. No es que esté mal, pero es demasiado obvio, sin idea, reductor (y no es fiel a la novela, porque la protagonista no es tan patética). Por eso, resultaron aprobados con las justas (algunos van a vacacional): ésta y ésta y ésta, y también ésta.

PD: ¿alguien me puede explicar ésta? Creo que el diseñador ha visto mucho cine de horror japonés o deberían internarlo en una clínica psiquiátrica.

TYSON

1922: sugerencia de Tyson

Una de las ideas de este blog es proponer posibles carátulas a libros ya editados o por editar. Una especie de juego sin mayor trascendencia. La polémica que ha surgido entre los miembros de este blog por la carátula de uno de nosotros -Edwin Chávez, Quark-, quien acaba de publicar su colección de relatos 1922, me permite sugerir que empecemos con su libro.
¿Qué gráfico podría ser bueno para el libro 1922?
Mi sugerencia es la siguiente:


Datos: Die Woche - nicht vergessen! (Esta semana, ¡no se olvide!) Werbeplakat der Zeitschrift "Die Woche" Entwurf: Fritz Koch-GothaDruck: Vereinigte Kunst-Inst. A.G.Berlin, 1922 Farblithographie70 x 94,5 cm

La litografía data del año 1922, fue en Berlín (el cuento principal del libro de Quark sucede en Europa y en ese año), y representa en el color y el trazo del dibujo, el estilo de la ilustración de esos años. Además, los personajes llevan ropa de aquella época. Los colores son estupendos para una carátula marketera -aquel verde intenso y el rojo, contrastando por las sombras- y, por si fuera poco, no tiene derechos porque ha pasado 75 años de su creación. Pero lo mejor es que en el dibujo aparecen diversos personajes (en especial el hombre de gabardina que está en primer plano) que recuerdan a los ilustrados personajes del libro de Quark, todos ellos escritores o lectores -algunos geniales, otros frustrados-. ¿Y qué llevan esos personajes en la mano? ¡Libros! ¡Libros rojos! ¡Libros incendiados! ¡Un desfile de personas caminando con libros! ¡Una vida libresca, un mundo de libros como en los cuentos de Quark! Asombroso.

¿Y cómo encontré esa foto que parece hecha a pedido para el libro de Quark? Simplemente colocando 1922 en el buscador de imágenes del Google. Más fácil, mejor, imposible.

TYSON

Carátula polémica

Carolina López, la viuda de Roberto Bolaño, se retorció en su sala al abrir el paquete que le enviaba Seix Barral donde aparecía la portada de una reedición del libro La literatura nazi en América de su esposo. Resulta que la sobria portada anterior había sido cambiada por una carátula en la que Hitler aparece en cuatro escenas, una breve secuencia de uno de sus espasmódicos discursos. La viuda dice que Bolaño jamás hubiera permitido esa atrocidad y exige retirar el libro, además de lamentar que no se le haya consultado ni a ella ni al agente del autor fallecido. El editor de Seix Barral, Adolfo García Ortega, dice: " estos temas son potestad de la editorial y no tenemos por qué consultar con la agencia del escritor”. Además, lamenta “que no le haya gustado, pero estos temas de las portadas son muy subjetivos”. Lo cierto es que Carolina López tiene razón cuando desestima el argumento de la editorial -que defiende su carátula argumentando que tiene intención paródica- con una frase contundente: "Sólo puedo entender semejante disfunción y muestra de mal gusto si lo relaciono con un diseñador que no ha leído la novela y que tampoco tiene ninguna referencia del autor. No quiero relacionar el hecho con directrices de ventas o con falta de atención al libro por tu parte”. He leído el libro y estoy de acuerdo con Carolina López. Más allá de si a Bolaño le hubiera o no gustado esa carátula, lo cierto es que ésta no tiene absolutamente nada que ver con el libro y es síntoma, además, de una estrechez mental y falta de capacidad para conceptuar, por lo que relaciona inmediatamente a los nazis con Hitler, dejando de lado cualquier sutileza, cualquier opción creativa. Lástima de carátula.

TYSON

Herr Benjamenta

De la estupenda novela de Robert Walser, Jakob Von Gunten, dos carátulas me llaman la atención. La primera, más imaginativa -quizás de manera exagerada- es la que propone The New York Review of Books (NYRB). Plasmada a manera de caricatura, la portada se centra en el espacio general de la novela: una sombría aula de clases del también fantasmal Instituto Benjamenta, lugar en el que el alumno Jakob, junto a otros más como el entrañable y cegado Kraus, son adiestrados en el sutil arte de "servir" con complacencia a futuros amos, no a aprender aburridos conocimientos de Historia o Literatura, sino a comprender que de la aceptación final de la mansedumbre, la docilidad y la resignación frente a la vida se hallará el dominio de uno mismo. Visto de otra forma, la currícula del Instituto Benjamenta, podría parecer una estafa -de hecho, Jakob sospecha al respecto apenas llega, pero luego comprende que allí hay "algo más" que enseñanza- y de allí creo, se desprende la propuesta de esta carátula gringa. Me imagino a los de NYRB espantados por la ausencia de "narratividad" de la novela y buscando desesperados, sacudiendo el libro a ver si cae algo de entre las páginas, alguna escena mínimamente fílmica. En todo caso, y a pesar de que existen algunas buenas carátulas gringas de libros poco "amables", parece que esta, hecha a modo de caricatura, busca mostrar el espacio de la novela de una manera esquemática y represiva: resalta la característica aparentemente "plana" de la ausencia de dinamicidad de la novela y la muestra como si fuera un lugar hecho de nada -quizás aquí sí haya un acierto-, pero es una lectura un poco primaria; me recuerda a una especie de pesadilla freak, una visión retorcida, pero sin el genio de Pink Floyd en el video de Another brick in the Wall -evidentemente, la carátula de esta edición responde a esa misma sensación de opresión y fantasmagoría. Pero sí detesto esta carátula por un motivo: la figura de ese profesor chillón que sale a un lado y que no podría estra máslejos de la imagen del grandioso personaje que evoca: Herr Benjamenta, quien gobierna el instituto junto a su hermana, y quien guía a todos los descarriados alumnos por la senda de la inutilidad y el vacío intelectual, para señalarles otro: el de la cabeza gacha para que la vida,altiva, pase sin ofenderse.

Por eso prefiero la carátula de la edición de Siruela: sobría, pero sin duda puede saberse quién es aquel hombre que, con las manos en la espalda, sostiene el camino de todos. Pequeño dios: Herr Benjamenta. (Page)



Carátula de la editorial Siruela

Lily y Cass

Hablando de Haruki Murakami y de chicas de portada intercambiables, otra flecha en el blanco es la carátula de Eclipse de John Banville (Anagrama, 2002). La ilustración se llama La ventana y es de Balthus (Balthazar Klossowski de Rola), el hermano mayor de Pierre Klossowski, a quien Alan Pauls quiere asesinar en su novela Wasabi (finalmente lo consigue y no lo consigue). La chica sentada al borde de la ventana, ¿podría ser Cass, la hija de Alexander Cleave, el narrador de la historia? Parece que sí, a juzgar por su mano alzada en débil señal de despedida, pero también por su mirada perdida, por la expresión de desconcierto, y sobre todo por lo que está a punto de hacer, amenaza que se cumplirá al final de la novela. Colocar a Cass en la carátula es un acierto pues en ella se expresa el paso de lo fantasmagórico al dolor real que interrumpirá las vacaciones nostálgicas y los devaneos egocéntricos de su padre, un actor fracasado que sufre el mismo mal escénico de Liv Ullman en Persona. Sin embargo, el detalle del pecho descubierto, ¿no nos llevaría a pensar que se trata de Lily, la hija adolescente del taciturno Quirke, quien vive infiltrada con su padre en la casa de Alexander? Es cierto que la presencia de Lily es una tentación para él, una amenaza de convertirlo en un viejo verde. También es verdad que la identificación entre Cass y Lily resulta obvia cuando el actor abandona a los fantasmas de su niñez y cree encontrar una familia falsa compuesta por Quirke y Lily. Así que, ¿por qué optar por una o por la otra, si la mirada de Alexander Cleave, que se proyecta sobre esta chica anónima enmarcada por la ventana, ya hizo todo el trabajo por nosotros, si ya nos dijo que ambas son una y la misma persona?

LUDO

Wasabi

Aquí la carátula de una traducción portuguesa de Wasabi, la novela corta de Alan Pauls; lo que se ve en el centro del recuadro rojo es precisamente una latita de wasabi, esa mostaza japonesa verde que a mí me resulta intragable. No encontré la carátula de la edición de Anagrama que leí, y quizá haya sido mejor de esa forma (pd: yo sí la encontré, si quieren verla está en este link/ Tyson). Anagrama (que acaba de reeditar el libro este año) optó por un cuadro de atmósfera asordinamente dantesca: una ducha verde, un hombre duchándose, un hombre doblado bajo el peso del chorro de agua, desintegrándose bajo esa lluvia y cayendo en las garras de una planta carnívora con aspecto de garra humana. Esta escena alude, explícitamente, a la primera parte de la novela (capítulos 1 al 4), que narra el descenso a los infiernos del narrador, que luego será recuperado (al iniciar el capítulo 5) por los cuidados diligentes de un dramaturgo chino que se encarga de velar por él como si fuera un bebé. En mi opinión, esta primera parte es menos lograda que la segunda, naufraga en el mismo mar inagotablemente plástico de la extraordinaria prosa de Pauls, que por momentos se hace excesivamente conceptual o, al contrario, demasiado atenta al detalle invisible. Pero, gracias al dramaturgo chino, la segunda parte es otra cosa. Es absolutamente milagrosa.

LUDO

Houellebecq

Aquí está la carátula del nuevo libro de Michel Houellebecq, titulado La possibilité d’une ile ("La posibilidad de una isla") y que, a pesar de que recién será lanzado el 30 de este mes, ya está causando una enorme polémica porque ha llegado a manos de algunos críticos de manera sospechosa, por decir lo menos (uno de ellos, por ejemplo, dice que lo encontró tirado en la banca de un parque con una nota que decía: "no hay quien entienda este libro" y el comentarista le da la razón luego al anónimo, pues dice que la novela es tremendamente aburrida). El argumento habla de humoristas deprimidos, de divorcios, de golosas y explícitas escenas sexuales con una española adolescente -20 años- llamada Esther, pero también de clonación, informática, etc. Leí en una página que un crítico decía: " "El conjunto, en el que, para echarse un farol, se mezclan informática, genética, clonación, colágeno, ADN, radicales libres (...) es esencialmente ciencia ficción en manos de un químico de broma", y luego lo llama "petardo mojado". Ya me imagino qué puede ser eso, aquello de "echarse un farol" es algo que Houellebecq suele hacer siempre. Como sea, no puedo decir el acierto o no de la carátula original (habrá que ver cómo la interpreta para el castellano Alfaguara, que al parecer le ganó a Anagrama la edición) pero así, a la volada, es obvio que es una carátula muy poco atractiva, con ese mar color acero más feo que el del litoral peruano, y esa explosión de dios sabe qué cosas que, probablemente, pretenden representar una clonación realizada en el laboratorio de un doctor Frankestein en versión de Bugs Bunny.

TYSON

El otro de la vida

De las 49 ediciones y traducciones de Conversación en la Catedral, solo una escapa por completo al diseño que Seix Barral hizo para la primera edición del libro. Me refiero a la editorial alemana Claassen, que en 1976 publicó la novela de Vargas Llosa bajo la traducción de Wolfgang A. Luchting, y cuyo título Die andere Seite des Lebens sería algo así como El otro lado de la vida. Aquí no vemos vasos ni botellas ni dos hombres conversando sino más bien a un perro en la penumbra: Batuque. Y qué mayor tino para elegir no el eje central de la historia -la conversación entre Zavalita y Ambrosio- sino la causa de aquel encuentro y por supuesto de la novela, ese otro lado de la vida, esos seres alternos que a veces, sin pensarlo, nos conducen a los recovecos de nuestra propia existencia. Recordemos que en ese célebre primer capítulo Zavalita va a la perrería en busca de Batuque, quien fue arrancado por unos recogedores de las manos de Ana, su esposa, mientras esta caminaba por la calle. Es por ese motivo que se encuentra después de mucho tiempo con Ambrosio, quien labora en la perrería, y ambos deciden ir al bar La Catedral para conversar. De más está decir lo apasionante y desgarrador que fue leer ese primer capítulo, una novela que, junto a Los ríos profundos de Arguedas y Un mundo para Julius de Bryce Echenique, conforman para mí las tres obras pilares de la narrativa peruana.

QUARK

Pollos

"Lo que vas a encontrar aquí es la estúpida historia de un niño estúpido". Lo mejor que sabe hacer Chuck Palahniuk es crear narradores que dominan el arte de insultarse a ellos mismos. Vincent Mancini, el narrador de Asfixia, se presenta como un auténtico imbécil que no se salva por ser "sentimental" sino que se condena más. Utiliza su pasado de "mierdecilla de niñato engreído" (perdonarán las españoladas de rigor en la traducción) y sus estúpidos sentimientos como bolsas de arena contra las cuales descargar la furia ciega de quien ha intentado ser "duro como una roca" y apenas se reconoce como un ser frágil y esperanzado en el amor. Después de esto, la novela continúa pero cuesta abajo. Algunos capítulos podrían subsistir solos, como cuentos o fragmentos de gran intensidad emocional y buen uso de la oraciones cortas como un ping-pong monologante de quien habla y se contradice de una línea a otra, pero el grueso de la historia es una pura repetición de lo ya dicho, un manoseo descarado de los recursos que funcionaron una vez y se agotaron sin que el autor quisiera darse cuenta de ello. Por ejemplo, uno de los puntos más bajos es el personaje Denny, el amigo del narrador (Vincent); Denny es obviamente un idiota, un subnormal, ¿pero acaso tenías, Vincent, que decirlo cada vez que te refieres a él, era necesario recalcar con esa insistencia la absoluta idiotez de tu mejor amigo, y además añadir a ese cuadro patético toda una parafernalia gráfica que francamente hace extrañar la "delicadeza", la incapacidad de decir "mierda" de narradores de guantes blancos como Javier Marías? Palahniuk es un escritor realmente asqueroso, un pornógrafo de la basura, cosa que en sí misma no me disgustaría para nada si no fuera innecesaria, un derroche estúpido y acumulativo, de acumulación que conduce a una gran nada. Cuando Denny es puesto en el cepo, siempre está rodeado de pollos. Pollos deformes, con tres ojos, cuatro patas y manchas de colores en las plumas, pollos desfigurados por quién sabe qué efectos maléficos de los desechos tóxicos, cuya presencia pretender servir para hacer explícita la degradación del personaje (¿es tan fácil?, me pregunto, y preferiría no responderme). La palabra "pollo" aparece cien veces en la novela, y lo más destacable es que, desde el pollo "uno" hasta el pollo "cien", todos aparecen cagando encima de Denny, bañándolo del excremento "superficial" que es la imagen y el reflejo del excremento "interior" (¿debo entender que Denny está full of shit?). El departamento de diseño de Random House Mondadori logró convertir toda esa mierda acumulada en una carátula. ¿Transformar estos pollos en algo más que contenedores de caca? Dije que lo mejor del libro es la inventiva del narrador para insultarse a sí mismo, pero debí decir: "claro, después de la carátula".

LUDO

Old School/ Tobías Woolf

Revisando en la red, encontré la portada original de Old school, donde vemos a tres estudiantes leyendo en distintas perspectivas. Una fotografía que me fascina y encanta. Ademas, leí una frase muy significativa de Wolff en The Paris Review, que en el fondo muestra la verdadera condición de la escritura. Dice: "Todo lo que necesito para no escribir es una ventana". Desde luego, para escribir hay que estar encerrado por completo, alejado del exterior y con la única finalidad de enfrentarse a la página en blanco. Nada mas cierto para una dedicación donde el único combatiente y rival es uno mismo, quien debe permanecer enclaustrado, obligado a no tener ni siquiera una simple ventana donde mirar y que nos pueda dar la esperanza de huir. En la escritura, querido lector, no debe haber ningún medio posible por donde escapar.

QUARK

¿Naoko o Midori?

Muy interesante resulta comparar las distintas carátulas del libro Tokio Blues (el título debería haber sido traducido como Norwegian wood de The Beatles) de Haruki Murakami. El protagonista -Watanabe- se debate entre el amor de la perturbada Naoko y la jovial Midori. El recuerdo de la adolescencia rodeado de esas dos mujeres es el tema del libro. Los diseñadores han sacado sus propias conclusiones sobre cuál de ellas es más importante.

1.

En esta edición, es obvio que se privilegia a Naoko. Ahí está su rostro asustado, alerta, lánguido. El detalle del hombro que apenas se ve es bueno, pero el resultado no, pues al unirse con la barbilla alarga la cara, la hace más dura y hasta masculina. La ventana con rejas, que probablemente dé al bosque, es una fácil pero buena metáfora de la introspección de Naoko y de su situación en el sanatorio.





2.

Esta vendría a ser una de esas carátulas que prefieren ilustrar una escena importante del contenido. Aquí es la primera escena la que se ilustra, con Naoko caminando por ese bosque con el pozo invisible que es el primer y más persistente recuerdo de Waanabe. Además, resulta más inmediata la relación con el título de la novela (que significa "madera noruega" y a Naoko, que adora esa canción, la música le recuerda a un bosque de pinos noruegos bajo la lluvia). El tema del bosque es, como se sabrá al final, determinante.



3.


Esta edición privilegia también a Naoko, el contrapicado da la sensación de extravío, la ropa arrugada denota fragilidad, mirando de lado como si estuviera perdida en medio de una extensión enorme, un bosque blanco, fantasmal, sin árboles. El concepto se complejiza con el detalle del círculo rojo: al mismo tiempo, la mira del destino que sentencia a Naoko, y la repetición de la bandera japonesa que le da cierto exotismo al autor.





4.

Para mí es claro que esta edición, la orignal de Vintage, privilegia no a Naoko sino a Midori. Es decir, han querido levantar la edición por el tema lateral pero sin duda más atractivo de la canción de Beatles, el recuerdo de la adolescencia de Watanabe en los años 60, la música rock -en especial, obvio, la que da título al libro-, la historia de la educación sentimental. Los dos circulitos lilas, obvio, nos remiten a Lennon y Ono. Buen marketing (PD: para mí, Midori es un personaje más intenso que Naoko, así que estoy de acuerdo con esta carátula)



5.

Esta es la carátula de la edición española en Tusquets. Y es una de las pocas veces en la que los diseñadores me parecen más acertados en España que en EEUU o Inglaterra. Buenísima la fotografía, esas manos atrás, la ropa perfecta para la ambientación de época, el color de la foto da sensación de el tono nostálgico de esos años (vital en la novela), el rostro que no se observa -cada uno que se imagine a quien quiera- y el cuerpo delicado y hasta apetecible, condición que Watanabe resalta siempre tanto en Naoko como en Midori. ¿Quién es la chica de la portada? ¿Será Naoko o Midori? Cualquiera de los dos. Estupendo.

6.

Carátula de una edición italiana de bolsillo. Sin comentarios.







TYSON