Argumento
Delicioso suicidio en grupo (Hurmaava joukkoitsemurha, 1990) de Arto Paasilinna se inicia con una coincidencia: un empresario fracasado decide suicidarse en un granero el día de la noche de San Juan, coge una pistola y se arrastra hasta ahí, pero cuando ingresa al granero descubre que justo un sujeto (que luego sabrá que es un condecorado coronel de ejército finlandés) ha tenido la misma idea, escogido el mismo sitio, y adelantado por unos minutos: ya está atando una soga a la viga. El empresario logra salvarlo y luego de pasar una noche juntos, conversando sobre sus razones para el suicidio y contándose cada uno su mala vida, concluyen que si la coincidencia los unió a los dos en ese mismo granero ese mismo día, es porque en realidad existen centenares de suicidas en Finlandia (un país que ha elevado al suicidio a la categoría de “deporte nacional”) que tarde o temprano cometerán su acto de manera impulsiva y sin preparación. Deciden entonces publicar un aviso en el diario para convocar a esos suicidas a formar un Sindicato de Suicidas Anónimos, cuyo objetivo es apoyarse moral, social, económica y legalmente en el momento final. La respuesta es abrumadora (600 cartas) y no pueden contestar una por una, así que optan por hacer una reunión-cena en Helsinski. Ayudados por una guapa suicida que es, además, secretaria (ubicada entre las 600 cartas) envían sus invitaciones fotocopiadas en sobres sellados. Acuden al llamado 200 personas. Luego de la cena, poco a poco van abandonando el local los curiosos y los indecisos hasta que al final queda un grupete de aproximadamente 60 pobres almas bien comidas y muy pero que muy bien bebidas, que han decidido suicidarse colectivamente ese mismo día, para horror de los organizadores. Luego de una incursión nocturna fallida, en que fallece uno de ellos, queda un grupo malherido de 35 personas, cada cual más chiflado que el otro, los cuales al mando del coronel inician un recorrido en autobús llamado "La Muerte Veloz" por toda Europa (su destino inicial es Suiza, pero una vez ahí cambian de opinión y viran hacia Portugal) buscando el mejor lugar para cometer un delicioso suicidio en grupo. La novela podría ubicarse, sin problemas, en el género de road movie (de hecho hay una película filmada) esperpéntico donde estas personas, que inician el viaje sin nada que perder, van aprendiendo el significado de la palabra "fraternidad". No están nada equivocados quienes identifican a Arto Paasilinna con el cineasta Aki Kaurismaki, otro finlandés notable, pues en ambos destaca el mismo humor negro vinculados a personajes que alternan su vida miserable con cierta ternura e ingenuidad que los hacen entrañables.
Las carátulas de este libro se pueden dividir en dos: las que optan por lo simbólico, o metafórico, y las que optan por lo literal.
1. Lo simbólico.-
Esta carátula de una edición alemana de la novela, que como diseño es estupendo por principio, decide usar el símbolo de la horca colgando como metáfora del suicidio. Y ya que el tema es el suicidio colectivo, no se les ocurrió mejor idea que colgar varias horcas. Y encima, aquel túnel oscuro que espera a los suicidas. Usar símbolos o alegorías (lo mismo que paloma/paz, balanza/justicia, etc) en carátulas -casi siempre vinculadas al título solamente- implica a veces un problema, pues pueden resultar equívocas y tergiversar la novela. Como en este caso, por ejemplo, que es demasiado dramática y contradice el tono general del argumento. De más está decir que, salvo el coronel, no aparece ninguna soga en la novela y que aunque a los del grupo se les ocurren cosas bastante extravagantes (por ejemplo, alquilar todos los globos aerostáticos de Finlandia y lanzarse con ellos al mar) jamás se les pasa por la cabeza algo tan truculento como ahorcarse al mismo tiempo, que más parecería una escena de cine de horror y no esta alegría con la que, como despreocupados turistas en un bus, los personajes encaran a la muerte. En una entrevista en España, el autor dice: “No se puede escribir una novela demasiado sombría sobre este tipo de tema. No es conveniente hacer de la autodestrucción un hecho comprensible ni, bajo ningún concepto, hacer de ella algo digno de aprobación. Al margen de la tragedia, he intentado de verdad darles a los lectores esperanza, y de otro modo, con ayuda del humor.” ¡Y esas sogas bamboléandose no son sombrías acaso! ¡Si parece para una secuela del El Exorcista! No, definitivamente las horcas no fueron una buena idea.
2. Lo literal.-
Por supuesto, el bus. Un bus rojo, alegre, que dé impresión de velocidad, de felicidad, de colectividad, de despreocupación, de viaje... sobre todo de viaje. Eso era la realmente conveniente. El libro te la ponía fácil y hay varias carátulas que han optado por eso. La versión castellana de Anagrama, por ejemplo, igual a la de una versión en francés, lo hace con mucha dignidad y está muy bien ese óleo de un bus en medio del campo finlandés y sobre todo, las múltiples direcciones a las que apuntan las flechas. ¿Ven? No era tan difícil. Y lo mejor de todo es que incluso siendo literales, si se hace con sutileza, podemos volvernos metafóricos: ¿o es que la muerte, cualquier muerte pero en especial el suicidio, no es un viaje con demasiadas direcciones posibles y ninguna segura? Un road movie donde unos viajeros van sin mapa y sin rumbo fijo, desde luego, eso es morir. Y es eso, justo, lo que nos dice esta carátula notable que opta por lo literal pero, insisto, de manera sutil, no como esta otra edición francesa que ya es casi un documento fotográfico de la trama, y tampoco se trata de eso.
Aunque de todos modos es mejor que esta otra de arriba, que ya se puso demasiado literal y perdió completamente el poder de sugerir algo (sin hablar del título cambiado obviamente). Simplemente malísima.
3.- ¿Y éste?
Nada que ver, este se excedió. Ya no pone horcas sino pies de ahorcados (y en la novela no sea ahorca nadie) y encima también pone al bus. Seguramente no quería que lo critiquemos en “¡Basta de carátulas!” y quiso dar en el clavo como sea, pero igual se fregó y le ponemos nota jalada aquí por inseguro. Somos implacables.
TYSON