Patrimonio

El libro (no me atrevo a llamarlo "novela") de Philiph Roth: Patrimonio relata la enfermedad y el último año de vida del padre de Philiph, Herman Roth, un judío de Newark que trabajó vendiendo seguros. Empieza con una parálisis facial y concluye con una intervención al cerebro. Philip estuvo muy cerca de todo el tratamiento, hasta prácticamente convertirse el "padre" de su padre. Esa traspolación es el tema central -hasta el punto en que uno de los últimos capítulos narra una intervención quirúrgica al mismo Philiph, que no es un hombre joven, y a su padre llorando por no haber podido asistir al hijo, como rendición final-.
La carátula de casi todas las ediciones muestra una fotografía en la que se ve a Hermann, de 36 años, al primer hijo Sandy, de 9, y a Philiph de 6 años, en un jardín. El trío ha formado una suerte de tótem cuya estructura depende de los hombros anchos, el rostro seguro y sobre todo los robustos brazos del padre; como la figura de un águila que protege con sus enormes alas a sus hijos. Leer la novela y contrastarla con esa fotografía -algo inevitable, uno todo el tiempo vuelve a la carátula- es una experiencia terrible.
El propio Roth interpreta esa foto en el libro. Dice: "Es agosto de 1937. Tenemos cuatro, nueve y treinta y seis años. Los tres nos empinamos para formar una V, cuya base puntiaguda son mis diminutas sandalias, mientras que la anchura de los sólidos hombros de mi padre -entre los cuales está exactamente centrada la resplandeciente carita de elfo de Sandy- conforma los dos impresionantes remates de la letra. Sí, la V de la Victoria aparece por todas partes en la foto: de la Victoria, de Vacacciones, de Verticalidad enhiesta y erguida. ¡Ahí está, el linaje masculino, intacto y feliz, ascendiendo de la cuna a la madurez. Aunar en una sola imagen la robusta solidez del hombre del retrato con la fragilidad del hombre del sofá era y no era una imposibilidad. Intentar con todas mis fuerzas mentales unir los dos padres y trocarlos en uno fue un esfuerzo desconcertante, por no decir diabólico. Y sin embargo de pronto me convencí (o logré convencerme) de que recordaba perfectamente (lo lograba convencerme de que lo recordaba) el momento mismo en que se tomó esa foto, más de medio siglo antes. Incluso pensé (o logré hacerme pensar) que nuestras vidas sólo daban la impresión de haberse filtrado a través del tiempo, pero que todo ocurría simultáneamente y que tanto me encontraba en Bradley, con mi padre cerniéndose sobre mí, como aquí en Elizabeth, con mi padre casi deshecho a mis pies"

1 comentarios:

Carlos M. Sotomayor dijo...

Sobrio y, al mismo tiempo, conmovedor relato del maestro Roth sobre la enfermedad de su padre y la relación que mantenía con él.