La increíble y triste historia de un libro de cuentos y sus pésimas carátulas (I)

En 1972, a García Márquez le publicaron el libro de cuentos con el título más largo del mundo: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (Siete cuentos). A partir de entonces, los editores han competido arduamente para definir cuál de todas es la peor carátula que el libro ha recibido en sus treinta años de vida pública. Hay muchas candidatas fuertes.



1) Esta es la carátula de la primera edición de Barral. Confieso que no tengo mucho que decir sobre ella. Aun tomándola como un ejemplo de abstracción pictórica, me parece que es horrible (y no tengo argumentos para defender este punto). Si hacemos el intento de encontrarle algún sentido, veremos que hay tres elementos principales sobre un fondo azul-celeste: un hongo blanco, una estrella de mar que atraviesa el sombrerito del hongo con una de sus puntas, y dos bolas rojas que sirven de asiento al hongo y la estrella. ¿Podríamos decir (partiendo de la premisa de que uno de los dos, Barral o yo, es daltónico), que esas extrañas bolas rojas representan las naranjas que contienen diamantes en el cuento que da título al libro? Pero de ser así, ¿qué importa? El hongo y la estrella resultan indescifrables, a menos que tengan un valor especial en la cultura gastronómica guajira, que sean los ingredientes de una pócima mágica para el mal de amores, o que uno represente la tierra y la otra el mar (hay una dialéctica entre el mar y la tierra en todos los cuentos), todas hipótesis más difíciles de comprobar que la levitación del padre Nicanor Reyna en Cien años de soledad.

Mañana, otra carátula de este mismo libro, sobre el cual pueden consultar una nota en otro blog.

LUDO

3 comentarios:

neverlandiano dijo...

Así que nos dejas en suspenso. Vale.

Quark

neverlandiano dijo...

Ahora que me doy cuenta, quizá no sea un hongo sino una anémona marina o algún molusco baboso. Total...

Ludo

Jules dijo...

Lástima, de las cosas que me impulsó a leer el libro fue la pintura de Jorge Herrera que está en la portada de mi copia de 1980 de la editorial Oveja Negra. La otra versión que tengo, en Inglés, tiene a Eréndira también desnuda, con la abuela frente a un desierto de arenas rojas.