Hombre lento

Mañana empezará a venderse en España la traducción al castellano de Slowman, la nueva novela del Nóbel suidafricano JM Coetzee. El título ha sido traducido literalmente -Hombre lento- y su carátula presenta un curioso lengüetazo (?) entre un anciano y un perro. No sé de la novela más que lo que la contratapa dice: "Paul Rayment sufre un accidente de bicicleta y han de amputarle una pierna. Bajo la superficie de un planteamiento prosaico -cómo cambia la vida de un hombre a consecuencia de un percance físico- fluye una profunda y cautivadora meditación sobre la vejez, la humillación y la soledad, que Coetzee aborda con la originalidad, la maestría y la agudeza habituales de sus inquietantes y lúcidas novelas". Sin embargo, eso es suficiente para descubrir lo acertada que es la carátula de la edición norteamericana; y para rabiar de envidia -otra vez- por el talento y la creatividad de los del Departamento de Arte o Diseño de esas editoriales, en comparación con el de las españolas y latinoamericanas. Esta portada es una muestra de cómo la creatividad no necesita ser demasiado sofisticada y prueba que un buen diseñador no tiene por qué ser un mago del software. El dibujo de la bicicleta averiada es obvio en una primera impresión (la novela trata de un accidente ciclístico). Pero en en una segunda impresión descubrimos que, más que una bicicleta accidentada, ésta es una bicicleta normal a la que le falta, le han borrado, una rueda. La sutileza de esa rueda ausente anuncia muy bien esta vida que se acaba, que va desapareciendo poco a poco, o lentamente, como sugiere el título de la novela -y también el gran detalle de las letras que van evaporándose en la carátula-. ¿Qué tan lejos, o qué tan rápido, puede ir un hombre cuya vida es una bicicleta a la que le falta una rueda? Ahí está el motivo del libro, y el espléndido acierto de esta portada aparentemente sencilla, pero en realidad muy aguda y compleja.

TYSON

2 comentarios:

JacoboDeza dijo...

Sin duda, una idea excelente y una buena ejecución. En España sería difícil ver portadas así: todas parten de un diseño previo al que sólo hay que añadir un cuadro o una foto (véase Anagrama, Tusquets, etc.) Sólo los de Areté cambian más los formatos, pero no llegan jamás a estos aciertos. Habría que despojarse de los corsés, que permiten identificar a primera vista de qué editorial es determinado libro, pero que obligan a dejar a un lado la imaginación.

Miguel P. Soler dijo...

Vivimos actualmente en el imperio de la imagen, y se ha ido desarrollando todo un arte de la persuación a través del Diseño Gráfico. En una guerra por ese espacio visual, aún más entre tantos volumenes, una inteligente portada debe seducir e informar (ambos aspectos de un diseño en regla.) Como el arte de la guerra, como el Kamasutra, como las estrategias desproporcionadas de las flores para ser polinizadas por insectos portantes. Un buen editor debe entender eso. Y si no, nada: un libro de tapa dura de color. Pero ese color debe estar ajustado también al texto. ¡Cuántas veces nos alejamos de libros de tapas chillonas, o imágenes evanescentes y poco atractivas!
Otra cosa es el título. Es el gancho más dificil de diseñar, y compete especialmente el escritor. Pero el editor, también está detrás de todo esto.

Saludos.-