Hablador

Hablando de Alfaguara y sus recientes movidas, ¿por qué la excelente novela El hablador de Mario Vargas Llosa, de acuerdo con esa tendencia a etiquetarla como novela menor (quizá por tener pocas páginas, no veo otro motivo más serio), ha sido incluida en este florilegio llamado Narrativa Breve junto a Los jefes y Los cachorros, como si fuera un cuento o un relato largo? ¿Acaso no merecía aparecer solita, con su propia carátula y todo, como apareció por primera vez en la edición de Seix Barral con la pintura de Rousseau, esta que en la imagen casi no se ve de pequeña y olvidada? En esa edición del 87 la elección de la imagen me parece acertadísima por la presencia del ojo occidental en la definición de lo machiguenga, como ocurre también en la novela con la invención del hablador y su alucinante discurso plagado de mitos aparentes. En el libro de Alfaguara está la foto de un Vargas Llosa joven, sonriente y todavía fumador (ni asomo del futuro jogger empedernido), decisión editorial que responderá a sus razones, pero que no elimina la cuota de nostalgia. En cuanto a la edición de Seix Barral, solo puedo decir que la extraño porque la que alguna vez tuve fue rematada a mal precio o sustraída sigilosamente de mi biblioteca, ya no me acuerdo. La he buscado en ferias del libro viejo sin poder encontrarla.

Esta tarde, derrotado por las imposiciones del mundo editorial, bajé los brazos de esteta agitador y compré la nueva edición de Alfaguara. Qué hacer, si nos sabotean.

LUDO

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