Wasabi

Aquí la carátula de una traducción portuguesa de Wasabi, la novela corta de Alan Pauls; lo que se ve en el centro del recuadro rojo es precisamente una latita de wasabi, esa mostaza japonesa verde que a mí me resulta intragable. No encontré la carátula de la edición de Anagrama que leí, y quizá haya sido mejor de esa forma (pd: yo sí la encontré, si quieren verla está en este link/ Tyson). Anagrama (que acaba de reeditar el libro este año) optó por un cuadro de atmósfera asordinamente dantesca: una ducha verde, un hombre duchándose, un hombre doblado bajo el peso del chorro de agua, desintegrándose bajo esa lluvia y cayendo en las garras de una planta carnívora con aspecto de garra humana. Esta escena alude, explícitamente, a la primera parte de la novela (capítulos 1 al 4), que narra el descenso a los infiernos del narrador, que luego será recuperado (al iniciar el capítulo 5) por los cuidados diligentes de un dramaturgo chino que se encarga de velar por él como si fuera un bebé. En mi opinión, esta primera parte es menos lograda que la segunda, naufraga en el mismo mar inagotablemente plástico de la extraordinaria prosa de Pauls, que por momentos se hace excesivamente conceptual o, al contrario, demasiado atenta al detalle invisible. Pero, gracias al dramaturgo chino, la segunda parte es otra cosa. Es absolutamente milagrosa.

LUDO

1 comentarios:

Ivan Thays dijo...

La carátula de la primera edición de Wasabi, en Alfaguara, tenía un curioso color verde petróleo y llevaba letras en rojo. Aquel verde era lo menos parecido a la fosforescencia del wasabi